lunes, 16 de febrero de 2015

Kurt Vonnegut: Cuna de gato (1963)


Kurt Vonnegut: Cuna de gato. Buenos aires, La bestia equilatera, 2013. 

En Cuna de gato, John lleva a cabo una investigación sobre la figura del doctor Felix Hoenikker, uno de los padres de la bomba atómica. Para ello se cartea con los tres hijos del doctor (a cada cual más excéntrico) y les pregunta que qué recuerdan del día en el que las bombas fueron lanzadas. Finalmente, la investigación llevará a John a la isla de San Lorenzo, donde descubrirá el hielo 9, último invento de Felix Hoenikker que sume a la tierra en un caos apocalíptico.

"Cuando yo era mucho más joven, empecé a compilar material para un libro que se llamaría El día en que terminó el mundo.

El libro contaría una historia verídica.
Narraría lo que habían hecho importantes personajes de los Estados Unidos el día en que se arrojó la primera bomba atómica en Hiroshima, Japón.
Sería un libro cristiano. Entonces yo era cristiano.
Ahora soy bokononista." pág 11

De esta forma, podríamos decir que Cuna de gato tiene que ver con Matadero 5: su tema es la capacidad de destrucción del ser humano, su manera de abordarlo, el humor. De hecho, tal es el parentesco de los libros que el subtitulo de Matadero 5 era La cruzada de los niños y en Cuna de gato leemos:

"Mi alma exige que no llore a un hombre sino a un niño.
No diré que en la guerra los niños no mueren como hombres, si tienen que morir. Para su eterno honor y nuestra eterna vergüenza, mueren como hombres, posibilitando así el júbilo viril de las fiestas patrias.
Pero aún así, todos son niños asesinados.
Y sugiero que, si debemos presentar nuestro sincero homenaje a los cien niños perdidos de San Lorenzo, sería mejor que dedicaramos el día a despreciar aquello que los mató, es decir, la estúpidez y la perversidad de toda la humanidad" pág. 210

Sin embargo, el libro no es tan divertido ni ocurrente como sí lo era Matadero 5.

NOTA:  6/10

domingo, 15 de febrero de 2015

Pablo Iglesias Turrión: Maquiavelo frente a la gran pantalla (2013)


Pablo Iglesias Turrión: Maquiavelo frente a la gran pantalla. Madrid, Akal, 2014.

Frente a críticos de la cultura de la imagen como Giovanni Sartori, Iglesias ve el cine como un arte visual con "valor epistémico" y con el que se puede pensar. Esto viene dado tanto por la posición crítica desde la que "mira" la cámara (Walter Benjamin es un referente del libro) como con el montaje (se pone el ejemplo del montaje soviético y el efecto Kuleshov).

Además, el cine tiene importancia desde el punto de vista político, pues en nuestra cultura tiene el papel de crear consensos entre las masas, pues casi nadie lee libros de historia pero prácticamente todo el mundo va al cine:

"Gramsci fue uno de los primeros en plantear la importancia de la cultura como conjunto de dispositivos generadores de hegemonías y de consensos, y como terreno, por lo tanto, de lucha política. Con su masificación desde la segunda mitad del siglo XX, el cine adquirió un enorme valor de representación política a la hora de estetizar y de construir mentalidades sobre procesos históricos y políticos fundamentales. De hecho, como decíamos, las guerras han sido uno de los fenómenos históricos más representados fílmicamente." pág. 69

Desde este punto de vista, el autor ofrece una serie de análisis de distintas películas en clave política. Destacan para mí los capítulos dedicados a la representación del otro: Fanon en Apocalypse now y Bertolt Brecht en La batalla de Argel y también aquellos capitulos dedicados a la memoria histórica: Zizek en Katyn y André Malraux bombardeando Burgos.

"En esa omisión o invisibilización de los sujetos subalternos reside precisamente el racismo de las obras de Coppola y de Conrad.

Por el contrario, Pontecorvo presenta tanto a Ben M'hidi como a Mathieu con discursos y formas sosegadas que permiten al espectador entender las claves de la continuación de la política por otros medios. Ben M'hidi y Mathieu son de hecho, en La batalla de Argel, la verdad política." pág 91

NOTA: 7,5/10

sábado, 7 de febrero de 2015

Félix Francisco Casanova: Antología poética (1972-1975)


Félix Francisco Casanova: Antología poética, Cuarenta contra el agua. Madrid, Demipage, 2010.

Félix Francisco Casanova nació en Santa Cruz de La Palma en 1954 y con solo diecisiete años ya ganaba el premio Julio Tovar (premio de poesía más prestigioso de Canarias) con su obra El Invernadero. Dos años después moría por un escape de gas, hecho trágico para la poesía de España que le confiere a su vida y a su obra un aura de malditismo.

Maldita pero también brillante y original, su poesía hace alusión a la muerte, a los sueños y al sexo. También al agua, símbolo principal de la antología que adquiere tanta importancia como en en la obra lorquiana Un poeta en Nueva York, por ejemplo.

"LAS COSAS QUE DAN PLACER
seguro vienen por el río y en la cascada se lanzan
como ramos de flores
en una procesión,
y yo qué sé, afanarse
en recogerlas como un avaro
tiende su capa ante
las monedas de oro,
es, imagino, un error.
Mejor tomarlas como la lluvia
que moja sin querer, 
al igual que el viento se lleva las hojas de otoño,
alegremente" pág 35

 "así se espera al amanecer
(con algo más de fuego en los bolsillos).
Luego, en el séptimo despertar, 
las eternas ojeras te calumnian 
y las orugas continúan presas en el muro.
Este viejo sol está harto de brillar." pág 17 (Fragmento de Muro)

Poemas a destacar de esta antología son también El instinto, Día de avalúo, Suelo quedar dormido, No hay instrumentos para esta música y La misma vieja história.

NOTA: 7,5/10

martes, 3 de febrero de 2015

Philip Roth: El profesor del deseo (1977)


Philip Roth: El profesor del deseo. Barcelona, Mondadori, 2007.

Roth narra en este libro la adolescencia, etapa universitaria y carrera como profesor de David Kepesh. El foco, sin embargo, se pone en sus relaciones personales, concretamente en las relaciones sexuales que mantiene con varias mujeres a lo largo de su vida y en su deseo por ellas.

"Me niego -como resultado de una incapacidad que elevo a cuestión de principios- a resistir lo que me parece irresistible, sin miramiento de lo insignificante y estrafalario, o infantil y perverso, que el origen del atractivo pueda parecerles a todos lo demás. ni que decir tiene que ello me conduce a perseguir chicas que en cualquier otra circustancia me parecerían tópicas o tontas o aburridas, pero, la verdad sea dicha, estoy convencido de que hay algo más en ellas, a parte de lo aburridas que son, y de que mi deseo, como tal deseo, no tiene por qué ser denigrado ni despreciado" pág. 28

Tiene importancia también la faceta de Kepesh como profesor de literatura. Se nombran varios autores a lo largo de la novela (Shakespeare, Dovstoyevski, Kafka) pero el principal referente es Anton Chéjov con quien Kepesh comparte obsesiones y de quien termina haciendo un estudio titulado El hombre enfundado:

"... ensayo sobre la licencia y la compostura en el mundo de Chéjov: los anhelos cumplidos, los placeres negados, y el dolor que ambos ocasionan; en el fondo, un estudio sobre los métodos -escrupulosos, odiosos, nobles, dudosos- seguidos por los hombres de tiempos de Chéjov para intentar, en vano, alcanzar esa «sensación de libertad personal» de que el propio Chéjov tan devoto es." pág. 157

NOTA: 7/10