domingo, 2 de noviembre de 2014

Paul Auster: La trilogía de Nueva York (1987)


Paul Auster: La trilogía de Nueva York. Barcelona, Anagrama, 2012.

Antología de tres relatos, La trilogía de Nueva York consta de Ciudad de cristal (1985), Fantasmas (1986) y La habitación cerrada (1986). Los relatos comparten el género policiaco desde una perspectiva posmoderna y metafísica. Los temas del lenguaje, la identidad y el proceso creativo están presentes en toda la obra.

Ciudad de cristal:

En el primer relato, una llamada en mitad de la noche saca a Daniel Quinn (escritor al que confunden con un detective) de la cama para meterlo en una sórdida trama de conflictivas relaciones paternofiliales y locura: Peter Stillman fue aislado del mundo por su padre cuando era niño para que aprendiera a hablar un lenguaje no afectado por la caída del hombre. Cuando esto se descubrió, el padre fue puesto en una institución pero años después está a punto de salir en libertad y Stillman necesita que Daniel Quinn (o Paul Auster, con quien le ha confundido) le proteja. Este tema de niños aislados (antecedentes en la página 41, Victor de Aveyron, Kaspar Hauser)  y la imposibilidad de desarrollar la capacidad lingüistica permite a Auster hacer del lenguaje el centro del relato:

"Si la caída del hombre entrañaba también la caída del lenguaje, ¿no era lógico suponer que sería posible deshacer la caída, invertir sus efectos, deshaciendo la caída del lenguaje, esforzándose por recrear el lenguaje que se habla en el Edén? Si el hombre podía aprender ese lenguaje original de la inocencia, ¿no se seguía de ello que recobraría un estado de inocencia dentro de sí?" pág. 56

Fantasmas:

Trata de un detective privado llamado Azul, entrenado por Castaño, que investiga a un hombre llamado Negro en un apartamento de la calle Naranja para un cliente llamado Blanco. Azul escribe y envía sus informes a Blanco, quién le envía cheques a cambio. Azul comienza a frustarse porque las exigencias de un trabajo continuo de vigilancia le están haciendo olvidar su propia vida.

Interesantes las constantes referencias a El Quijote y a Walden a lo largo del relato. 

La habitación cerrada:

En La habitación cerrada, el narrador recibe una llamada que le informa de que Fanshawe, su mejor amigo de la infancia (al que recuerda entre la admiración y la envidia), ha desaparecido dejando dos maletas de manuscritos y la petición de que sea su amigo, el narrador, el que decida si el material debe ser o no publicado. Al finalmente ser publicado, Fanshawe se convertirá en un autor de culto y el narrador emprenderá la dificil tarea de realizar una biografía de su amigo:

“Vagabundeé mentalmente durante semanas, buscando la manera de empezar. Toda la vida es inexplicable, me repetía. Por muchos hechos que se cuenten, por muchos datos que se muestren, lo esencial se resiste a ser contado. Decir que fulanito nació aquí y fue allá, que hizo esto y aquello, que se casó con esta mujer y tuvo estos hijos, que vivió, que murió, que dejó tras de sí estos libros o esta batalla o ese puente, nada de eso nos dice mucho. Todos queremos que nos cuenten historias, y las escuchamos del mismo modo que las escuchábamos de niños. Nos imaginamos la verdadera historia dentro de las palabras y para hacer eso sustituimos a la personas del relato, fingiendo que podemos entenderle porque nos conocemos a nosotros mismos. Esto es una superchería. Existimos para nosotros mismos quizá, y a veces incluso vislumbramos quiénes somos, pero al final nunca podemos estar seguros, y mientras nuestras vidas continúan, nos volvemos cada vez más opacos para nosotros mismos, más y más conscientes de nuestra propia incoherencia. Nadie puede cruzar la linde que le separa de otro por la sencilla razón de que nadie puede tener acceso a sí mismo”.  pág 266

NOTA: 7/10

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