jueves, 7 de agosto de 2014

Ricardo Menéndez Salmón: La ofensa (2007)


Ricardo Menéndez Salmón: La ofensa. Barcelona, Seix Barral, 2007.

La ofensa cuenta la historia de Kurt Crüwell, joven sastre alemán que es llamado a filas por el ejercito nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Kurt es así, en la Francia ocupada, testigo de excepción del horror, ante el cual su cuerpo se colapsa y deja de sentir. Entonces el protagonista de la novela se convierte, como sus compatriotas le llaman, en La Metáfora, correlato de un continente europeo paralizado ante la barbarie nazi.

"No encontraba consuelo; no encontraba sentido; no encontraba sino un frío atroz, desde la punta de los cabellos hasta la planta de los pies, ensartándolo como una pica a un ajusticiado" pág. 53


El estilo con el que está contada la historia, con un lenguaje complejo y lírico no me entusiasma. Tampoco la historia en sí, pues el primer tercio (centrado en el nazismo, donde el autor demuestra sus conocimientos historiográficos sobre el tema) me parece bueno, pero en el segundo (la historia de amor) y el tercero (totalmente alegórico y simbólico) se va perdiendo progresivamente el interés.

Lo que me parece positivo de la novela es el enfoque filosófico con el que se aproxima el autor al tema del nazismo. En concreto me refiero a las reflexiones sobre el cuerpo:

"El hombre convive con su cuerpo, pero no lo conoce. Al menos no de un modo exhaustivo. Un hombre y su cuerpo son realidades distintas. Seguramente eso es lo que permite comprender la esencia última del dolor, que no es otra que el desgarro que produce la indiferencia del cuerpo hacia uno mismo. [...] No es menos obvio, sin embargo, que el cuerpo, en la vida práctica, es la frontera que se levanta entre cualquier hombre y sus iguales, o entre cualquier hombre y el lugar donde su tiempo transcurre: el mundo. Porque el hombre siente y conoce el mundo, fundamentalmente, a través de su cuerpo. Ante las agresiones del mundo, el cuerpo se protege. [...] ¿Pero puede un cuerpo dimitir de la realidad? [...] ¿Puede un cuerpo decir: Basta, no quiero ir más allá, esto es demasiado para mí?¿Puede un cuerpo olvidarse de sí mismo?" págs. 55,56 y 57

NOTA: 6/10

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