viernes, 29 de agosto de 2014

Julio Cortázar: Bestiario (1951)


Julio Cortázar: Bestiario. Madrid, Alfaguara, 2014.

Los ocho relatos que componen Bestiario mezclan lo cotidiano con lo surreal, lo onírico y la pesadilla y por lo tanto problematizan la dicotomía real/fantástico.

En Casa tomada dos hermanos pierden su casa porque se la van ocupando por partes (no se dice quién la ocupa). El cuento puede leerse como una alegoría antiperonista: la casa sería un correlato de Argentina que es tomada a la fuerza por agentes externos.

Carta a una señorita en París es mi favorito. Un inquilino le escribe una carta a su casera para pedirle perdón por el estado en el que deja su piso. El motivo es que el hombre no puede dejar de vomitar conejitos que van destrozando la casa.

Lejana está narrado de forma bastante enrevesada y tal vez por eso no me ha gustado mucho.

Ómnibus es una metáfora sobre la anormalidad en la cultura de masas. Dos jóvenes se conocen en un ómnibus donde todos los pasajeros les miran por ser las únicas dos personas que no llevan un ramo de flores. Al bajarse del vehículo van de la mano pero luego cada uno compra un ramo y sigue su camino en solitario.

Cefalea me aburrió.

Circe es tremendamente oscuro e inquietante.

Las puertas del cielo es otro de mis favoritos. Dos hombres van a una discoteca y allí uno de ellos ve a una mujer que es idéntica a su difunta esposa. Cortázar describe de forma magistral el ambiente que se respira en la fiesta y la gente que las frecuenta, los llamados monstruos.

Bestiario, por último también está narrado de forma enrevesada y tal vez por eso no me ha provocado ninguna reacción.

NOTA: 6,5/10

domingo, 17 de agosto de 2014

Gabrielle Zevin: Las mil y una historias de A.J. Fikry (2014)


Gabrielle Zevin: Las mil y una historias de A.J. Fikry. Barcelona, Lumen, 2014.

A.J. Fikry es librero en la pequeña localidad de Alice Island. Pese a esto, A.J. tiene unos gustos literarios muy delimitados ("No me gustan la posmodernidad, los escenarios posapocalípticos, los narradores post mortem ni el realismo mágico. Rara vez aprecio los recursos formales supuestamente brillantes, las variaciones tipográficas, las fotos innecesarias; en resumen, los artificios." pág 24.) y destaca por su mal humor. Sin embargo, todo esto cambia cuando abandonan en su librería a un pequeño bebé llamado Maya, del que tiene que hacerse cargo. A.J. ejercerá así, de padre y mentor a través de la literatura (porque en esta novela para bien y para mal todo pasa a través de la literatura).

Lo más interesante de la novela es que todos los capítulos comienzan con una recomendación de A.J. para Maya y una pequeña reseña. El resultado es una especie de canón de lo que A.J. considera que Maya tiene que leer si quiere convertirse en una buena escritora. El canon es el siguiente:

Roald Dahl: Cordero asado (1953)
F. Scott Fitzgerald: Un diamante tan grande como el Ritz (1922)
Bret Hartre: La fortuna de Roaring Camp (1868)
Richard Bausch: Todo un mundo (1985)
Flannery O'Connor: Un hombre bueno es difícil de encontrar (1953)
Mark Twain: La célebre rana saltarina del condado de Calaveras (1865)
Irwin Shaw: Las chicas con sus vestidos de verano (1939)
Grace Paley: Una conversación con mi padre (1972)
J.D. Salinger: Un día perfecto para el pez banana (1948)
E. A. Poe: El corazón delator (1843)
Aimee Bender: Cabeza de plancha (2005) [y también Una bala en el cerebro de Tobias Wolff]
Raymond Carver: De qué hablamos cuando hablamos de amor (1980)
Roald Dahl: El librero (1980)

"«Puedes tomar prestadas las palabras que no encuentras. Leemos para saber que no estamos solos. Leemos porque estamos solos. Leemos y no estamos solos. No estamos solos».«Mi vida está en estos libros -quiere decirle-. Léelos y me conocerás»"

NOTA: 6/10

martes, 12 de agosto de 2014

Roberto Bolaño: Amuleto (1999)


Roberto Bolaño: Amuleto. Barcelona, Anagrama, 2013.

Si Estrella distante salía del último capítulo de La literatura nazi en América, Amuleto surge de un capítulo de Los detectives salvajes. Al parecer a Bolaño le gustaba establecer  conexiones entre sus obras.

La protagonista de Amuleto es Auxilio Lacouture, "la madre de la poesía mexicana", uruguaya que se fue a vivir a México en los años sesenta y que recrea en primera persona un México pasado y mítico en cierto modo: León Felipe y Pedro Garfias, pintoras mexicanas, los jóvenes poetas mexicanos, el movimiento estudiantil del 68 y la represión de este por parte del gobierno (Auxilio es un testigo directo de este hecho, estaba en los baños de la facultad de Filosofía y letras de la UNAM cuando entraron los granaderos). 

El problema con Amuleto es que el personaje de Auxilio Lacouture y lo que cuenta no consigue despertarme interés. Sólo cuando aparece Arturo Belano y juntos se internan en un prostíbulo gay para rescatar a Ernesto San Epifanio (el próxeneta que regenta el prostíbulo, El Rey, dice que ahora posee a Ernesto y se dispone a esclavizarlo) la novela parece remontar.

"Y pensé: así es la Historia, un cuento corto de terror." pág. 60

NOTA: 5/10

domingo, 10 de agosto de 2014

J.M. Coetzee: Esperando a los bárbaros (1980)


J.M. Coetzee: Esperando a los bárbaros. Barcelona, Debolsillo, 2013.

Esperando a los bárbaros cuenta la historia de un magistrado que trata de impedir que su imperio masacre a los bárbaros que viven al otro lado de la muralla. Coetzee no situa a los personajes en un tiempo ni en un espacio concreto de tal forma que la dualidad Imperio/Barbarie se puede extrapolar más facilmente a cualquier forma de expansionismo colonial (E.E.U.U./Irak, Americanos del norte/Indios, etc...).

Para el Imperio, Los bárbaros representan una anormalidad. No son vistos como gente que  vive de manera distinta sino como una amenaza. Son un otro y para el Imperio se trata de conmigo o contra mí.

"No existe a lo largo de la frontera mujer que no haya visto en sueños la mano morena de un bárbaro surgiendo bajo su cama para agarrarle el tobillo. Ni tampoco hombre que no se haya atemorizado con visiones de los bárbaros celebrando orgías en su hogar, rompiendo los platos, incendiando las cortinas y violando a sus hijas." pág. 19

Sin embargo el protagonista del libro, el juez local, no ve a los bárbaros de esta forma y trata de frenar los avances del Imperio que consisten en torturar y asesinar indiscriminadamente:

"Es contra este desprecio por los bárbaros, un desprecio que es compartido por el más insignificante mozo de cuadra o campesino, contra el que yo como magistrado he tenido que luchar durante veinte años. ¿Cómo se puede erradicar el desprecio, especialmente cuando este desprecio se basa únicamente en diferencias de modales en la mesa o en variaciones en la forma del párpado?" pág. 78

Para Coetzee la manera de pensar imperialista llega incluso a afectar la concepción del tiempo:
 
"¿Por qué no podemos vivir en el tiempo como el pez en el agua, como el pájaro en el aire, como los niños? ¡Los imperios tienen la culpa! Los imperios han creado el tiempo de la historia. Los imperios no han ubicado su existencia en el tiempo circular, recurrente y uniforme de las estaciones, sino en el tiempo desigual de la grandeza y la decadencia, del principio y el fin, de la catástrofe. Los imperios se condenan a vivir en la historia y a conspirar contra la historia. La inteligencia oculta de los imperios solo tiene una idea fija: cómo no acabar, cómo no sucumbir, cómo prolongar su era." pág. 193

En definitiva, Esperando a los bárbaros viene a problematizar de manera brillante las nociones de civilización y barbarie para recordarnos que no hay barbarie más grande que creer estar del lado del progreso y no tolerar la diferencia.

NOTA: 8/10

jueves, 7 de agosto de 2014

Ricardo Menéndez Salmón: La ofensa (2007)


Ricardo Menéndez Salmón: La ofensa. Barcelona, Seix Barral, 2007.

La ofensa cuenta la historia de Kurt Crüwell, joven sastre alemán que es llamado a filas por el ejercito nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Kurt es así, en la Francia ocupada, testigo de excepción del horror, ante el cual su cuerpo se colapsa y deja de sentir. Entonces el protagonista de la novela se convierte, como sus compatriotas le llaman, en La Metáfora, correlato de un continente europeo paralizado ante la barbarie nazi.

"No encontraba consuelo; no encontraba sentido; no encontraba sino un frío atroz, desde la punta de los cabellos hasta la planta de los pies, ensartándolo como una pica a un ajusticiado" pág. 53


El estilo con el que está contada la historia, con un lenguaje complejo y lírico no me entusiasma. Tampoco la historia en sí, pues el primer tercio (centrado en el nazismo, donde el autor demuestra sus conocimientos historiográficos sobre el tema) me parece bueno, pero en el segundo (la historia de amor) y el tercero (totalmente alegórico y simbólico) se va perdiendo progresivamente el interés.

Lo que me parece positivo de la novela es el enfoque filosófico con el que se aproxima el autor al tema del nazismo. En concreto me refiero a las reflexiones sobre el cuerpo:

"El hombre convive con su cuerpo, pero no lo conoce. Al menos no de un modo exhaustivo. Un hombre y su cuerpo son realidades distintas. Seguramente eso es lo que permite comprender la esencia última del dolor, que no es otra que el desgarro que produce la indiferencia del cuerpo hacia uno mismo. [...] No es menos obvio, sin embargo, que el cuerpo, en la vida práctica, es la frontera que se levanta entre cualquier hombre y sus iguales, o entre cualquier hombre y el lugar donde su tiempo transcurre: el mundo. Porque el hombre siente y conoce el mundo, fundamentalmente, a través de su cuerpo. Ante las agresiones del mundo, el cuerpo se protege. [...] ¿Pero puede un cuerpo dimitir de la realidad? [...] ¿Puede un cuerpo decir: Basta, no quiero ir más allá, esto es demasiado para mí?¿Puede un cuerpo olvidarse de sí mismo?" págs. 55,56 y 57

NOTA: 6/10

domingo, 3 de agosto de 2014

Ernest Hemingway: El viejo y el mar (1952)


Ernest Hemingway: El viejo y el mar. Barcelona, Debolsillo, 2012.

En El viejo y el mar se narra la lucha épica entre un anciano pescador cubano, Santiago, y un marlín de enormes dimensiones, la mayor presa de su vida. A pesar de su experiencia, Santiago lleva ochenta y cuatro días sin capturar un solo pez [...]. Santiago siempre había contado con la presencia de Manolín, su joven ayudante, por el que sentía un gran afecto; pero ahora los padres del chico le han prohibido que continúe con el viejo, obligándolo a que trabaje en embarcaciones más afortunadas. [...] Santiago establece una relación de igualdad con el pez, hablando con él y llegándole a llamar hermano. Ambos están hermanados por el sufrimiento y el valor, unidos por el sedal con el que el viejo se ha enrollado la espalda y la mano para hacer más fuerza.*

Los temas que toca el libro son típicos de Hemingway. La lucha entre Santiago y el marlín y la dignidad que hay en esta y también en la derrota tal y como el pescador la afronta.

El estilo de Hemingway es conciso, poco ornamentado y busca acercarse a la objetividad (de ahí el uso del narrador omnisciente en la mayoría del relato). Sin embargo, el escritor logra aún con este estilo tan directo logar una prosa de gran belleza.

"Siempre llamaba al océano la mar, que es como lo llama la gente que lo ama. A veces quienes lo aman hablan mal de él, pero siempre lo hacen como si fuese una mujer. Algunos pescadores más jóvenes [...] lo llamaban el mar, en masculino. Y hablaban de él como un rival, o un lugar, o incluso un enemigo. Pero el viejo siempre se refería a él en femenino y como algo que concedía o rehusaba grandes favores y que si hacía cosas malvadas y violentas era porque no podía evitarlo. La luna le afecta igual que a las mujeres, pensó" pág. 32

*Extractos de la guía de didactica que completa esta edición.

NOTA: 8/10