viernes, 11 de julio de 2014

Gabriel García Márquez: Cien años de soledad (1967)


Gabriel García Márquez: Cien años de soledad. Barcelona, Mondadori, 2002.

Cien años de soledad sigue la saga de los Buendía a lo largo de siete generaciones. No faltan personajes interesantes y pintorescos. La matriarca Ursula, el general revolucionario Aureliano Buendía, el sabio gitano Melquiades, la alejada de la norma Remedios la bella, el hombre de las mariposas amarillas Mauricio Babilonia, etc...

El auténtico protagonista del libro sin embargo, es el tiempo y el paso de este. Para García Márquez el tiempo no avanza en línea recta sino en círculos, algo que se deduce de lo que cuenta y de la forma en la que lo cuenta:

Lo que cuenta como ya he dicho, son las peripecias de distintos miembros de la familia Buendía. Lo interesante es que hay actitudes, hechos, sentimientos que se pasan de generación en generación:

"Al decirlo, tuvo conciencia de estar dando la misma réplica que recibió del coronel Aureliano Buendía en su celda de sentenciado, y una vez más se estremeció con la comprobación de que el tiempo no pasaba, como ella lo acababa de admitir, sino que daba vueltas en redondo." pág 407


La forma en la que lo cuenta también es círcular. Al igual que en Crónica de una muerte anunciada, García Márquez anuncia lo que va a pasar de entrada y luego lo desarrolla para concluir en el mismo punto en el que empezó. 

Otro punto del que me gustaría hablar es el del realismo mágico, corriente en la que se inscribe la novela y a García Márquez en general. En efecto, en Macondo todo es posible, dialogar con los muertos, lluvias que duran más de cuatro años, alfombras que vuelan, personas que pasan de sobra los cien años de vida, etc... El narrador sin embargo (en tercera persona, ajeno a los hechos) habla de estas cosas fantásticas como si fueran reales o cotidianas.

"A través de las lágrimas, Amaranta Úrsula vio que era un Buendía de los grandes, macizo y voluntarioso como los José Arcadios, con los ojos abiertos y clarividentes como los Aurelianos, y predispuesto para empezar la estirpe otra vez por el principio y purificarla de sus vicios perniciosos y su vocación solitaria, porque era el único en un siglo que había sido engendrado con amor." pág 498.

NOTA: 6/10

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