domingo, 20 de abril de 2014

Roberto Bolaño: Los detectives salvajes (1998)

Roberto Bolaño: Los detectives salvajes. Barcelona, Anagrama, 2012.

Sexta novela de Roberto Bolaño con la que alcanzó en 1998 el reconocimiento de la crítica al ganar el Premio Herralde y, un año después, el Rómulo Gallegos. Con Los detectives salvajes, Bolaño rendía homenaje a su juventud de chileno exiliado en México, y al movimiento literario del que allí formó parte, el infrarrealismo. En la novela, sin embargo, los nombres están cambiados, tal vez para tomar cierta distancia: en lugar de infrarrealismo, se habla de realismo visceral y los protagonistas, trasunto de Roberto Bolaño y su amigo Mario Santiago aquí se llaman Arturo Belano y Ulises Lima. 

La novela cuenta como Belano, Lima y Juan García Madero (el otro protagonista) se lanzan a buscar a la fundadora del realismo visceral, Cesárea Tinajero. De ahí el título. Son detectives porque van tras la pista de la autora y son salvajes porque han decidido renegar de asentarse en la normalidad. Belano y Lima son una especie de beatniks o de Easy Riders como se les define en el propio libro. Desde el viaje en el Ford Impala por las carreteras del estado de Sonora (1976) en busca de Cesárea Tinajero hasta los viajes realizados posteriormente por Belano a Barcelona o por Lima a Israel, los real visceralistas son seres avidos de experiencias. El viaje es para ellos un fin en sí mismo y no un medio para lograr algo en el futuro.

En cuanto a la estructura de la novela, Bolaño ha afirmado en entrevistas que la novela lineal en la que no hay cruce de voces ya ha sido culminada por gente como Ernesto Sabato en Sobre héroes y tumbas. Por ello Bolaño despliega aquí una nueva forma de narrar los hechos: la primera y la tercera parte del libro estaría formada por fragmentos del diario de Juan García Madero. La parte central, que es la más extensa y la que da título a la novela está compuesta por multitud de declaraciones fragmentarias de varios  personajes que hablan de Lima y Belano. No solo se habla de su relación con la poesía y el realismo visceral sino también de sus formas de vida en general. Por lo tanto esta parte central es una suerte de estudio del real visceralismo (y de las personas adscritas al movimiento, sobretodo Lima y Belano) desde varias perspectivas o miradas (cada entrevistado tiene una visión distinta del realismo visceral y de sus componentes) de tal suerte que no se busca la objetividad sino la intersubjetividad.

Destacaría por último el componente poético que tiene en algunos pasajes la prosa de esta novela. Esto no es de extrañar pues Bolaño comenzó su carrera en el mundo de las letras como poeta y no como novelista:

"Como si las secuelas de su operación se traslucieran en las calles, en la gente sin trabajo, en los ladrones de poca monta que salían a tomar el sol a las siete de la tarde como zombis (o como mensajeros sin mensaje o con un mensaje intraducible) dispuestos automáticamente a apurar otro atardecer más en el DF." págs. 282-283

"El problema con la literatura, como con la vida, dice don Crispín, es que al final uno termina volviéndose un cabrón." pág. 113

NOTA: 6,5/10

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