jueves, 20 de marzo de 2014

Cormac McCarthy: Meridiano de sangre (1985)


Cormac McCarthy: Meridiano de sangre. Barcelona, Debolsillo, 2010.

Los hechos de esta novela transcurren en siglo XIX en la frontera de México y Estados Unidos. Se trata de un western pero distinto a los clásicos: aquí no hay héroes ni buenos ni malos, abunda la violencia cruda y explícita y los personajes no tienen ninguna esperanza más que la de sobrevivir. El tono de la novela por tanto es fuertemente nihilista, frío y árido como el paisaje que se retrata en ella.

En cuanto a la historia, desde el principio seguimos al chaval, que sale de su casa en el año 1847 a la temprana edad de catorce años y que practicamente desde el principio conoce la hostilidad y violencia del mundo. Tras un tiempo sobreviviendo de pelea en pelea, se une al grupo Glanton cuyo lider espiritual es el juez Holden. La misión de este grupo es matar y escalpar a tantos indios como sea posible cerca de la frontera. Sin embargo, se dan cuenta de que es más facil matar a los habitantes de poblados mexicanos y hacer pasar sus cabelleras por las de indios. De esta forma, el grupo Glanton comienza a masacrar a la misma gente que le paga (las autoridades mexicanas) y a los indios que se cruzan en su camino. Así comienza una espiral de asesinatos en masa, escalpaciones, saqueos, violaciones, etc...

Hasta aquí un resumen de la trama, pero esto es lo de menos y se advierte en cuanto uno tiene la novela en las manos por dos motivos: Primero, porque al principio de todos los capítulos hay un pequeño desglose de todo lo que va a pasar a continuación y segundo, porque "la trama" es bastante sencilla: el chaval va recorriendo el oeste de enfrentamiento en enfrentamiento sin grandes giros ni golpes de efecto. Así pues, la calidad de Meridiano de sangre recae básicamente en unos personajes sólidos (si bien herméticos) y en la forma en la que se narran los hechos. McCarthy combina a lo largo del libro una economía narrativa propia del realismo sucio de Raymond Carver con pasajes en los que domina el estilo lírico y metafórico (sobretodo aquellos en los que predomina la violencia) propio de la épica griega:
  
"Una legión de horribles, cientos de ellos, medio desnudos o ataviados con trajes áticos o bíblicos o de un vestuario de pesadilla, con pieles de animales y con sedas y trozos de uniforme que aún tenían ratros de la sangre de sus anteriores dueños, capas de dragones asesinados, casacas del cuerpo de caballería con galones y alamares, uno con sombrero de copa y uno con un paraguas y uno más con medias blancas y un velo de novia sucio de sangre y varios con tocados de plumas de grulla o cascos de cuero en verde que lucían cornamentas de toro o de búfalo y uno con una levita puesta al revés y aparte de eso desnudo y uno con armadura de conquistador español, muy mellados el peto y las hombreras por antiguos golpes de maza o sable hechos en otro país por hombres cuyos huesos eran ya puro polvo, y muchos con trenzas empalmadas con pelo de otras bestias y arrastrando por el suelo y las orejas y colas de sus caballos adornadas con pedazos de tela de vistosos colores y uno que montaba un caballo con la cabeza pintada totalmente de escarlata y todos los jinetes grotescos y chillones con la cara embadurnada como un grupo de payasos a caballo, cómicos y letales, aullando en una lengua bárbara y lanzándose sobre ellos como una horda venida de un infierno más terrible aún que la tierra de azufre de cristiana creencia, dando alaridos y envueltos en humo como esos seres vaporosos de las religiones incognoscibles donde el ojo se extravía y el labio vibra y babea"

El paisaje desértico no está descrito de forma menos épica y metafórica:

"Aquella noche atravesaron una región salvaje y eléctrica en donde extrañas formas blandas de fuego azul corrían por el metal de los arreos y las ruedas de los carros giraban como aros de fuego y pequeñas formas de luz azul pálido iban a posarse en las orejas de los caballos y las barbas de los hombres. Toda la noche fucilazos sin origen visible temblaron en el oeste más allá de las masas de cúmulos, convirtiendo en azulado día la noche del desierto lejano, las montañas en el repentino horizonte negras y vívidas y ceñudas como un paisaje de orden distinto cuya verdadera geología no era la piedra sino el miedo." Pág. 65

La novela también tiene un marcado tono religioso y trascendental, Harold Bloom dijo de ella que era una parábola terrible. Abundan los pasajes proféticos y gnósticos, que aluden al bien y al mal, al diablo y a Dios. Este es el encuentro del grupo con un menonita:

"El menonita contempla las sombras que hay ante ellos y que se reflejan hacia él en el espejo de detrás de la barra. Se vuelve a los reclutas. Tiene los ojos húmedos, habla despacio. La ira de Dios está dormida. Estuvo oculta un millón de años antes de que el hombre existiera y solo el hombre tiene el poder de despertarla. En el infierno hay sitio de sobra. Oídme bien. Vais a hacer la guerra de un loco a un país extranjero. Despertaréis a algo más que a los perros." Pág. 57

En cuanto a las influencias de Meridiano de sangre, los críticos han hablado de muchas:  My confession de Samuel Chamberlain (Documento histórico del que McCarthy toma al grupo Glanton y al personaje del juez), Moby Dick de Herman Melville, La Biblia, William Faulkner, Shakespeare (por el juez Holden a quien Harold Bloom compara con Yago de Otelo) y como ya he dicho las tragedias griegas (por la epopeya y la épica). 

NOTA: 9,5/10 

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