martes, 18 de marzo de 2014

David Foster Wallace: Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer (I) (1997)


David Foster Wallace: Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer. Barcelona, Debolsillo, 2003.

Publicado por primera vez en 1997, este ensayo recoge las experiencias vividas por David Foster Wallace en un crucero de lujo por el Caribe. Lo que la mayoría de la gente asocia con relax, ocio y diversión, Wallace lo liga (gracias a su ojo crítico) a la alienación y al tedio. 

Así, un capítulo del libro (pág. 52) está dedicado a analizar como se publicita el crucero en un ensayo del escritor Frank Conroy:

"[El ensayo] Se presenta como algo que persigue mi beneficio. Construye mis experiencias y mi interpretación de esas experiencias y se ocupa de ellas por adelantado para que yo no tenga que hacerlo. Parece que se preocupa de mí. Pero no lo hace, la verdad es que no, porque en primer lugar y antes que nada quiere obtener algo de mí. Igual que el crucero" Pág 57.

Ya de la experiencia del crucero en sí, Wallace hace hincapié en la explotación a la que los altos mandos someten al personal de servicio del barco. Ante la descripción que le hace la relaciones públicas del barco del personal como una gran familia feliz que está encantada de servir, Wallace apunta:

"Esto no es lo que yo pude observar. Lo que yo observé fue que el Nadir era un barco realmente estricto, gobernado por un cuadro superior de oficiales y supervisores griegos durísimos, y que el personal inferior vivía en un estado de terror mortal hacia aquellos jefes griegos que los miraban todo el tiempo con ojos inexpresivos, y que el trabajo de la tripulación era duro hasta extremos dickensianos, demasiado duro para verlo con alegría." Pág. 22


En esta imposición de los altos mandos de hacer sentir a los pasajeros (demasiado) cómodos en todo momento, Wallace advierte la lógica absurda que late en toda relación servicio-cliente:

"... si los cuidados y la amabilidad radical no parecen motivas por el afecto radical y, por tanto, no sirven para afirmarlo a uno ni ayudarlo a saber que no es en última instancia un cretino, entonces ¿Qué significado final tienen todos los cuidados y la limpieza?
La sensación se parece mucho a la experiencia de estar invitado en casa de alguien que haga cosas como colarse de madrugada  hacerte la cama de invitados mientras estás duchándote y doblarte la ropa sucia o incluso lavártela sin que tú se lo pidas..."  Pág. 72

Pero Wallace no solo examina al personal de a bordo. También hace lo propio con los consumidores, los pasajeros o turistas. Destaco estas impresiones del escritor al sentirse parte de la masa:

"Una segunda señora de Celebrity al cuidado del grupo tiene un megáfono y repite una y otra vez que no nos preocupemos por nuestro equipaje, que nos seguirá más tarde, y por lo visto solamente a mí me parece un momento aterrador por su eco involuntario de la escena de La lista de Schindler en que embarcan a la gente para Auschwitz." Pág. 29

"Hay algo ineludiblemente bovino en un turista americano avanzando como parte de un grupo. Hay cierta placidez codiciosa en ellos. En nosotros, mejor dicho. En puerto nos convertimos automáticamente en Peregrinator americanus, Die Lumpenamerikaner. La Gente Fea. Para mí, la boviscopofobia es una motivación todavía más fuerte que la semiagorafobia para quedarme en el barco cuando estamos en puerto […] No importa que esté aquí arriba o ahí abajo, soy un turista americano, y por tanto ex officio corpulento, rollizo, rubicundo, escandaloso, tosco, condescendiente, ensimismado, malcriado, preocupado por su aspecto, avergonzado, desesperante y codicioso: la única especie de bovino carnívoro que se conoce en el mundo." Pág. 88 

NOTA: 7/10

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