sábado, 21 de marzo de 2015

Cormac McCarthy: No es país para viejos (2005)


Cormac McCarthy: No es país para viejos. Barcelona, Debolsillo, 2013.

No es país para viejos cuenta la historia de un hombre que encuentra un maletín lleno de dinero (Llewelyn Moss) que huye del mal encarnado en un asesino a sueldo contratado para darle caza (Anton Chigurh) y del sheriff Bell que les sigue la pista a ambos.

La idea principal que subyace en todo momento en el libro y que pone de manifiesto explícitamente el sheriff Bell en sus reflexiones desde el lado de la autoridad, es que  la contemporaneidad ha traido una forma nueva de mal, una violencia nunca antes vista:

"Yo solía decir que eran los mismos a los que nos habíamos enfrentado siempre. Los mismos a los que se enfrentó mi abuelo. En aquel entonces robaban ganado. Ahora trafican con droga. Pero ya no lo veo tan claro. Me pasa lo que a ti. No estoy seguro de que hayamos visto nada igual. Gente de esta clase. Y ni siquiera sé cómo llevar todo esto. Si los mataras a todos tendrían que construir un anexo en el infierno" pág. 65

Hay que decir que el sheriff Bell es un personaje muy interesante. Un hombre de Texas en su senectud, con un fuerte sentido de los valores y la tradición pero que a la vez es capaz de hacer reflexiones como la siguiente:

"Las historias se transmiten y las verdades se omiten. Es cosa sabida. Y supongo que alguien podría interpretarlo como que la verdad no puede competir. Pero yo no lo creo. Opino que cuando todas las mentiras hayan sido contadas y olvidadas la verdad seguirá estando ahí. La verdad no va de un sitio a otro y no cambia de vez en cuando. No se la puede corromper como no se puede salar la sal. No puedes corromperla porque eso es lo que es. Es de lo que uno habla. He oído compararla con la roca -quizá en la Biblia- y no puedo decir que discrepe. Pero la verdad estará ahí incluso cuando la roca desaparezca. Estoy seguro de que ciertas personas discreparían de eso. Bastantes personas, de hecho. Pero nunca he podido averiguar en qué creía ninguna de ellas." pág 99

En cuanto a la forma, pese a que la novela tiene elementos típicos de McCarthy como su sentido para el símbolismo o una cierta idea de destino o fatum encarnada en Chigurh, no encontramos aquí el estilo barroco de Meridiano de sangre en el que se describían paisajes con párrafos enteros llenos de poesía hacia la piedra y el desierto. Todo eso parece haber dejado paso a un estilo más depurado, que va a lo esencial y no se recrea en la disgresión poética si bien admite algún recurso estilístico (destaca el uso del polisíndeton) propio de un gran escritor como es McCarthy:

"Contempló los fajos de billetes y luego bajó la solapa y se quedó sentado con la cabeza gacha. Su vida entera estaba allí delante de él. Día tras día del alba a la noche hasta que se muriera. Todo en menos de dos kilos de papel metidos en una cartera" pág. 21

NOTA: 7,5/10

No hay comentarios:

Publicar un comentario