domingo, 8 de julio de 2012

Amélie Nothomb: Ácido sulfúrico (2005)


Amélie Nothomb: Ácido sulfúrico. Barcelona, Anagrama, 2007.

Nothomb propone en Ácido sulfúrico un cruce entre el holocausto nazi y los reality shows: En esta distopía cualquiera puede ser detenido y forzado a participar en Concentración, un programa en el que los kapos golpean, insultan, maltratan e incluso matan a los prisioneros en vivo y en directo. 

A este ambiente debe sobrevivir Pannonique, una joven estudiante que pronto se convierte en lider de los prisioneros por su belleza, inteligencia y valores. Con estos elementos, la autora desarrolla una historia en la cual subyacen las siguientes ideas:

La importancia del nombre: Una vez dentro de los campos de concentración, a los prisioneros se les tatúa una matrícula y se les deja de llamar por su nombre. Esta misma estrategia de deshumanización era también usada por los nazis. Así, Pannonique pasa a llamarse CKZ 114, pero en la página 49 se lee: 

"Y justo cuando Zdena, furibunda, llegaba corriendo para restablecer su sentencia, CKZ  114 se plantó ante ella, clavó sus ojos en los de ella y clamo alto y fuerte: -¡Me llamo Pannonique!"

La crítica a la sociedad del espectáculo: Hoy por hoy proliferan los programas en los que la gente se exhibe mostrando distintas habilidades (muchas veces no hay habilidades que mostrar, sino trapos sucios que sacar, gente a la que denigrar, etc, etc...). La pregunta que nos plantea la autora en esta novela es ¿Donde está el límite que separa el espectáculo de la barbarie?

"Superado el estupor inicial, Pannonique dio un paso adelante y declaró: -¡Espectadores, son todos unos cerdos! Se detuvo un instante para calmar su corazón, que latía muy fuerte. Las cámaras enfocaron a aquella que jadeaba de cólera. Sus ojos se habían convertido en un manantial de odio. Continuó: -¡Hacen el mal con toda impunidad! ¡E incluso el mal, lo hacen mal! Escupió al suelo y prosiguió: -Creen estar en una posición de fuerza porque nos ven y nosotros no les vemos a ustedes. Se equivocan, ¡les veo! Miren mi ojo, leerán en el tanto desprecio que tendrán la prueba de ello; ¡les veo! Veo a aquellos que nos miran estupidamente, también veo a los que creen mirarnos inteligentemente, a los que dicen que miran solo para ver hasta dónde pueden llegar los que se rebajan y que, al hacerlo, se rebajan todavía más que ellos. ¡El ojo estaba dentro de la televisión que les miraba! ¡Van a verme morir sabiendo que les estoy viendo!" (p. 151)

Este es el discurso de Pannonique en el clímax del libro, donde los resultados revelan que la elegida para morir ese día es ella. Para Nothomb por tanto, los culpables de la telebasura son tanto los productores, como los consumidores.

En cuanto a la crítica personal, no diría que este libro es una perdida de tiempo, pero da la impresión de que un experimento distópico de este tipo puede ser llevado a cabo con muchísima más brillantez de la que exhibe aquí su autora. Sus reflexiones son a menudo simplonas y sobran y el nivel de profundidad en algunos pasajes es ínfimo.

NOTA: 5/10

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